Lo que los niños ya saben: Emilia Ferreiro y el poder de descubrir la lectoescritura

Hace muchos años, bajo la sombra de una higuera en el patio de mis abuelos, tuve una experiencia que marcaría mi forma de entender el aprendizaje para siempre. Mientras mi abuelo arreglaba su caña de pescar, una hoja de diario esperabe en el suelo. La tomé, la miré y, con la curiosidad chispeando en mi interior, le pregunté a mi abuelo: “¿Qué sonido hace esta letra?”. Esa pregunta, repetida muchas veces, fue el inicio de un descubrimiento que vino de adentro hacia afuera: “¡Ya sé leer!”, me dije a mí misma.

Una teoría que confía en las infancias

Años más tarde, al conocer las ideas de Emilia Ferreiro, comprendí por qué ese momento me había impactado tanto. Ferreiro, psicóloga argentina formada junto a Jean Piaget, investigó cómo los niños se acercan de manera natural al lenguaje escrito. Su teoría se aparta de la visión tradicional que ve a los niños como recipientes vacíos que deben ser llenados con información. En cambio, Ferreiro demostró que los niños construyen activamente su conocimiento sobre la escritura desde muy pequeños, incluso antes de que puedan escribir o leer convencionalmente.

Según sus estudios, los niños atraviesan distintas "hipótesis" sobre cómo funciona el sistema de escritura: creen que debe haber una cantidad determinada de letras para que algo sea legible, que cada palabra debe tener una forma distinta, o que las letras representan ideas completas. Observan, comparan, experimentan. A su modo, hacen ciencia.

Interpretaciones equivocadas

Como sucede con muchas teorías pioneras, el trabajo de Ferreiro fue a veces malinterpretado. Algunos críticos asumieron erróneamente que reconocer las hipótesis de los niños significaba abandonar la guía del adulto o el andamiaje para el aprendizaje. Pero lo que Ferreiro proponía no era una postura de dejar hacer, sino una pedagogía del respeto. Para enseñar realmente a leer y escribir, debemos comenzar por reconocer lo que el niño ya sabe y cómo está pensando. Es una forma de enseñar que no impone, sino que despierta. No coloniza, sino que revela.

Una perspectiva transformadora

Cuando descubrí la investigación de Ferreiro al inicio de mi carrera, trabajaba en una escuela constructivista y me costaba mucho comprender el cambio pedagógico que se me pedía incorporar. Mi directora me instaba con frecuencia a basar mi planificación en el pensamiento de los niños, a observar sus interacciones y diseñar el aprendizaje a partir de allí. Fue un ajuste difícil, pero una vez que comencé a entender el marco teórico de Ferreiro, todo empezó a tener sentido.

Pude ver con nuevos ojos: los garabatos, las letras al revés, las escrituras inventadas… todo era pensamiento hecho visible. Los niños no estaban fracasando al escribir, sino que estaban construyendo su propio mapa interno del sistema de escritura. Mi rol cambió: de correctora a investigadora, de instructora a guía.

Un enfoque sostensible para el aprendizaje de la lectoescritura

Hoy, en un momento en que la prisa por resultados medibles amenaza con borrar la singularidad de cada camino de aprendizaje, recordar a Emilia Ferreiro es un acto de conciencia. Es volver al niño como protagonista, al docente como investigador, y al lenguaje escrito como un viaje que nace desde adentro.

Y, sobre todo, es una manera de honrar ese momento bajo la higuera, cuando sin saberlo, mi abuelo y yo celebramos el nacimiento de una lectora.

Next
Next

Con ojos de niño